Tras haber compartido varios años de colegio y dos resonantes investigaciones criminales, los caminos de Francisco y Arturo - o Sherlock y Watson, según sus apodos - parecen a punto de dividirse. Incapaz de mantener una vida social y de acercarse a las mujeres, Francisco se vuelca a su nuevo trabajo como ayudante de un detective. Arturo, en cambio, sólo quiere disfrutar de las vacaciones en buena compañía